En enero del año 2024 dimos inicio al proceso de implementación del Sistema de Gestión de Igualdad de Género y Conciliación a través de la Norma Chilena 3262:2021. En ese momento, nos encontrábamos trabajando intensamente, desde mediados de 2023, en otro proceso de certificación, el Sello de Igualdad de Género para instituciones públicas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En junio logramos nivel Oro en el Sello del PNUD, certificándonos bajo estándares internacionales; ahora, con la Norma Chilena, buscamos cumplir con el estándar nacional: el Sello Iguala Conciliación, reconocimiento gubernamental otorgado a aquellas organizaciones que implementen el Sistema de Gestión de Igualdad de Género y Conciliación de la Vida Familiar, Laboral y Personal o SGIGC.
“¿Dos procesos de certificación casi al mismo tiempo, será necesario?” “¿No son lo mismo?” Escuchar esas preguntas se volvió habitual, pero no nos resultaron completamente ajenas: eran las mismas que nos hicimos como equipo implementador el año 2023, cuando recién comenzábamos este camino.
Las respuestas llegaron después de un tiempo: sí, son necesarios dos procesos de certificación y no, no son lo mismo. ¿Por qué son necesarios? La respuesta más simple: porque no somos una institución experta en temas de género, por lo que, si queremos que la igualdad de derechos y oportunidades sea más que un slogan, necesitamos aprender. Y aprender significa entender y aplicar nuevas metodologías y prácticas de manera sistemática y rigurosa, hasta que se vuelvan parte de nuestro día a día. Los procesos de certificación nos aportan, entre muchas cosas, una manera organizada y coherente de llevar adelante ese aprendizaje.
En ese sentido, las dos certificaciones se complementan perfectamente: ambas por cierto apuntan a alcanzar un estándar en cuanto a igualdad de género, pero mientras que el Sello del PNUD se orienta a la gestión interna y externa, articulando desde la definición de objetivos institucionales hasta la vinculación con otras instituciones, el SGIGC se enfoca en la gestión interna, a los ámbitos que impactan directa y cotidianamente la experiencia de quienes trabajamos en Cancillería: la gestión de personas, los ambientes laborales y la infraestructura con enfoque de género.
Avanzar en la implementación del SGIGC ha significado casi dos años de intenso trabajo, partiendo con la conformación del Comité de la Norma Chilena: un equipo de trabajo presidido por la Directora General Administrativa, con participación de diversas áreas de Gestión de Personas, además de la Dirección de Comunicaciones Estratégicas, Asesoría Legal, Infraestructura, la Academia Diplomática y representantes de nuestras asociaciones de funcionarias y funcionarios.
A través de este Comité, hemos realizado diagnósticos, diseñado planes de acción y elaborado o actualizado procedimientos y protocolos, todo con miras a reducir las brechas de género en la organización y promover la igualdad de derechos y oportunidades. En números, esto se traduce en la elaboración de una Política de Igualdad de Género y Conciliación de la Vida Laboral, Familiar y Personal y 11 procedimientos, contando tanto los orientados al funcionamiento del SGIGC como Sistema de Gestión, como aquellos de materias propias de la gestión de personas. Y en muchas actividades de difusión y sensibilización, talleres y charlas. Muchas.
Sí, lo sabemos. Son muchas, pero este “bombardeo” tiene una razón de ser, que es acompañar a la organización en su proceso de aprendizaje. Ya hablamos de la necesidad de aprender para avanzar en materia de igualdad de género, y cuando hablamos de nuevas prácticas o nuevas formas de hacer las cosas, hablamos de cambiar. Y el cambio toma tiempo, debe ser asimilado, por lo que no podemos esperar resultados inmediatos.
Ya hemos visto logros, algunos más visibles, otros a una escala más modesta, pero es un trabajo continuo. Un colega del servicio exterior me dijo hace un tiempo, al volver de su última destinación: “la institución que dejé y a la institución que volví es otra en temas de género”. Para mí, ese pequeño logro vale oro y nos impulsa a seguir mejorando como institución.