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Embajadora Constanza Figueroa: “En el Consenso de Brasilia existe el interés por encontrar los temas que nos unen y no fijarnos en aquellos que nos desunen”

La coordinadora nacional ante el nuevo mecanismo de integración, comenta los alcances de la Hoja de Ruta que recientemente aprobaron los 12 países de América del Sur, constituyendo de esta forma el diálogo político regional.

Cuatro meses fueron suficientes para echar a andar el proyecto que muchos países de la región anhelaban; un diálogo sudamericano, en el que se abordaran las materias comunes de las 12 naciones, que no son tocadas en otras instancias multilaterales.

Sin infraestructura, sin cuotas ni burocracia —tal como Chile lo planteó—, ya está en marcha el Consenso de Brasilia, que los presidentes de América del Sur acordaron impulsar el pasado 30 de mayo.

Recién aprobada la Hoja de Ruta del nuevo mecanismo de integración, Chile puede celebrar, entre otras decisiones, que asumirá la presidencia pro témpore que acogerá el primer retiro de sus presidentes. “Es un reconocimiento al trabajo y a la institucionalidad de nuestro país, así como al interés que tiene Chile por la integración sudamericana”, destaca la embajadora Constanza Figueroa, jefa de la División de Integración Regional Multilateral y quien asumió la coordinación nacional de Chile ante el Consenso de Brasilia.

Aquí explica los logros de Chile en los acuerdos:

—¿En qué se traduce esta Hoja de Ruta del Consenso de Brasilia? ¿Qué significa en lo concreto?

“La Hoja de Ruta es el puntapié inicial de la reactivación del diálogo sudamericano, ya de manera concreta, con todas las reglas del juego.

Se establece un cronograma de reuniones para tratar los temas prioritarios; se acuerda no duplicar esfuerzos, y los 12 países lograron consensuar los 17 temas que se van a tratar, como por ejemplo género, crimen organizado y la agenda digital.

Además, se definen las reuniones de los presidentes, de los ministros, de los coordinadores nacionales y el tiempo que van a durar las presidencias pro témpore.

Los ministros de la región acordaron en Nueva York que después de Brasil, Chile asuma la presidencia pro témpore, lo que es un reconocimiento al trabajo y a la institucionalidad de nuestro país, así como al interés que tiene Chile por la integración sudamericana.  

Entre otras cosas, se estableció que este mecanismo va a ser flexible, sin secretaría ni un edificio; no es necesario pagar cuotas para concertar ideas”. 

—¿Qué aspectos destaca de este nuevo mecanismo de integración? ¿Qué viene a aportar a la región?

“Primero, la recuperación del diálogo de Sudamérica. Uno podría decir que tenemos Mercosur, pero ahí no está Venezuela y no todos los países de la región somos miembros. Chile, como país asociado, no puede proponer temas a tratar.

En este diálogo sudamericano estamos los 12 países de América del Sur sin exclusiones y tenemos las mismas atribuciones. Y eso es lo importante, porque hay temas de la integración sudamericana que tienen que tratarse con todos los países, como el crimen organizado o el tema migratorio. ¿Cómo vamos a hablar de migraciones si no está Venezuela?

Lo segundo es que hay una agenda identificada. La Hoja de Ruta tiene un lenguaje bastante neutro, no ideologizado. En este momento tenemos gobiernos que tienen distintas ideologías, pero existe un interés por encontrar aquellos temas que nos unen, no fijarnos en los temas que nos desunen.

Hubo mucha flexibilidad para trabajar este documento, eso pudimos palpar durante las reuniones del Grupo de Contacto (los ministros de Relaciones Exteriores) y en la reunión de presidentes en mayo.

Y yo creo que eso es lo más importante de este mecanismo, que queremos volver a conversar y tener una sola voz como Sudamérica”.

—¿Qué prioridades pudo incluir Chile en este mecanismo?

“Tenemos tres temas principales que planteó el Presidente Gabriel Boric y que reiteramos; la gestión de riesgo de desastres, la transformación digital y el tema de género. Son temas que promueve la política exterior de Chile en todos los ámbitos multilaterales, pero específicamente con Sudamérica para nosotros es importante trabajar el tema de riesgo de desastres”.

—¿Y qué términos pudo introducir Chile en el acuerdo?

“Chile fue bastante activo, como todos nuestros socios. Hubo de verdad una muy buena disposición, espíritu de colaboración y flexibilidad mientras estuvimos negociando.

En nuestro caso, queríamos algo flexible, sin burocracia, sin tener que pagar cuotas y eso quedó establecido en la Hoja de Ruta, y fue algo que promovió Chile junto con otros países.

Entre las propuestas específicas de Chile estaba la forma en que se van a reunir los presidentes, en un sistema de retiro a puertas cerradas, donde entra el presidente más uno (su canciller), no como la típica cumbre donde los presidentes se comunican a través de discursos. Eso en Sudamérica no había ocurrido. Los presidentes deben conocerse como personas para crear confianzas. Eso es muy asiático; primero crear lazos personales para poder tratar temas de interés común. En APEC existen estos retiros presidenciales.

También logramos que al cabo de un año se revise la Hoja de Ruta en toda su magnitud y especialmente el consenso como mecanismo de votación. Nuestro temor es que el consenso pueda terminar paralizando los avances que se logren. Que no se mal entienda: nosotros siempre vamos a preferir que los acuerdos sean a través del consenso, pero sabemos que existen ocasiones en que un país, por un párrafo de una declaración, puede dejar afuera todos los logros. Para eso podría usarse, por ejemplo, una nota al pie de página o una reserva, pero no vetar un documento entero.

Otra de nuestras propuestas fue la presidencia pro témpore de seis meses, porque vemos que en el Mercosur funciona y creemos que da mayor dinamismo al diálogo. Además, siendo 12 los miembros, tendríamos que esperar 12 años para asumir la PPT.

Y, por último, colocamos que si a un país le toca la presidencia pro témpore y considera que está en una situación complicada para poder asumirla, puede acordar un enroque con el que le sigue”.

—¿Cuáles son las tareas que enfrenta Chile al asumir la primera presidencia pro témpore del Consenso de Brasilia?

“El primer desafío es darle dinamismo, mantener el interés de los países miembros, porque el liderazgo de Brasil ha sido muy bueno; tiene un gran equipo y resulta un tremendo desafío recibir la posta de parte de ellosAl haber sido una iniciativa del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, obviamente Brasil ha dedicado mucho esfuerzo a que esto funcione.

Nosotros queremos seguir entusiasmando al equipo para que sigamos trabajando. Y tenemos otros dos grandes desafíos: vamos a tener a nuestro cargo la organización del primer retiro de los presidentes, en suelo chileno, y, en segundo lugar, tenemos el desafío de lograr algún resultado concreto y no quedarnos sólo en discursos. Que el ciudadano común vea para qué sirve este diálogo de integración y nos encantaría que pudiera ser algo relativo a desastres naturales. Es un área donde Chile tiene mucho que ofrecer, pero también mucho que aprender”.

—¿Qué oportunidades puede significar para Chile asumir esta primera presidencia pro témpore?

“Es una oportunidad para demostrar que a Chile sí le interesa trabajar con nuestros hermanos sudamericanos. Independientemente de si los gobiernos de turno son o no de la misma tendencia política que la nuestra. Es cierto que Chile también mira hacia América del Norte, hacia Europa y Asia, pero con quienes compartimos una historia es con nuestra región.

Como señalé, tenemos distintas prioridades, pero hay problemas que compartimos y debemos enfocarnos en cómo solucionarlos en conjunto. Vamos a tener cambios de gobierno en estos próximos meses en Argentina y Ecuador, y necesitaremos que nuestras autoridades sean capaces de conectarse con quienes resulten ganadores para invitarlos a participar en este espacio”.