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Intervención del Ministro de Relaciones Exteriores, Alejandro Foxley Graduación Alumnos Academia Diplomática
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En primer lugar quiero agradecer la presencia de los señores embajadores de los países representados en Chile, del representante del Vaticano, reconocer la presencia de autoridades civiles y militares, del subsecretario de Relaciones Exteriores Alberto van Klaveren, de los directores de las distintas direcciones del ministerio. De los dirigentes gremiales del ministerio que también nos acompañan, y especialmente de los egresados y graduados en esta ocasión.

Quiero en primer lugar, expresar que hemos sentido que la Presidenta, quien iba a inaugurar esta ceremonia, por razones de cambios que hoy día tuvo en su agenda, no pudo hacerlo, pero les envía a ustedes los mejores deseos en el inicio de esta carrera diplomática. Espero que el próximo año la tengamos con nosotros porque ella tenía enorme interés de compartir con ustedes estos momentos tan importantes.

Quiero decirles, además, que realmente es muy significativo para mí presidir esta primera ceremonia de graduación. Para mí es la primera, para ustedes también. Quiero también señalar que es muy significativo que en este país tan pequeño que está como al fin del mundo, tenemos hoy día una promoción de alumnos donde más de la mitad de los graduados son muy distinguidos representantes de países extranjeros muy amigos de Chile.

Y les puedo decir que yo también tengo el orgullo de, a pesar de que he estado en este cargo un poco menos de un año, ya hemos tenido la oportunidad, el privilegio de visitar muchos de sus países. Y si no hemos visitado todavía algunos de esos países sí hemos tenido reuniones de la Presidenta de la República y del que habla con los Jefes de Estado, Primer Ministro o Jefes de las Cancillerías, de Bolivia, Canadá, Colombia, El Salvador, Federación de Rusia, Haití, Jamaica, Japón, Paraguay, República Checa, Republica Popular China, y República Socialista de Vietnam. Y por eso para mí es especialmente significativo hoy día acompañarlos en este momento, un momento importante en sus carreras. Y quiero también darles muy especialmente la acogida en el Servicio Exterior chileno a ustedes, compatriotas, que han hecho un esfuerzo importante para entregar sus mejores energías y dedicar los próximos años de su vida a una tarea tan significativa, importante, como representar a Chile respecto del resto del mundo.

 

La verdad es que las graduaciones marcan un punto de inflexión en el desarrollo profesional y personal de cada uno de ustedes.

La tarea que ustedes van a realizar va a estar directamente relacionada con la construcción de naciones más desarrolladas y esperamos también que naciones más equitativas y más justas. En el caso de los graduados de Chile, van a ser ustedes, los que van a tener la responsabilidad no sólo de la recreación de la política exterior de Chile. Donde, aunque les parezca un lugar común decirlo, el mundo y la situación mundial cambia vertiginosamente todos los días.

El sistema internacional vive transformaciones profundas. Tenemos que estar presentes en ellas. Tenemos que tener un rol activo que nos permita aportar nuestra mirada, nuestros principios y valores en el nuevo orden internacional que emerge.

Nuestro país, Chile, tiene un "peso específico" que tal vez es inmerecido o va un poco más allá de su importancia objetiva respecto de su tamaño y su lugar en el mundo. Internacionalmente, después de un enorme esfuerzo de construcción de consensos nacionales en torno de nuestra política interna y sobretodo de nuestra política internacional, somos reconocidos como un país serio. Como un país que ha escogido una democracia globalizada y reformista, una economía de mercado y un camino hacia un desarrollo social incluyente. Este reconocimiento internacional nos obliga a asumir una gran responsabilidad.

En la política internacional de la Presidenta Bachelet hay una obvia línea de continuidad con la de los anteriores gobiernos de la Concertación. Pero, también hay un énfasis propio de la nueva administración que es lo que ustedes probablemente han observado durante estos meses.

Un sello de nuestra política exterior es acelerar la inserción de Chile en el mundo y al mismo tiempo avanzar en los procesos de integración en América Latina. La dimensión vecinal de la política exterior tiene para nosotros además una prioridad.

Muestra de lo último, es que hemos participado activamente en la expansión de oportunidades económicas en y con países de nuestra región, dando pasos concretos en los últimos meses. Este año hemos firmado Tratados de Libre Comercio con Panamá, Perú y Colombia, y estamos avanzando para cerrar nuestro TLC con Ecuador, y de promulgar el recién aprobado por el Congreso chileno, Acuerdo de Alianza Estratégica con México.

Estamos trabajando dentro de la Comunidad Sudamericana de Naciones. Acabamos de llegar desde Cochabamba, Bolivia, en un encuentro de los Jefes de Estado de la Comunidad Sudamericana de Naciones. Estamos trabajando en los mecanismos de integración, que permitan avanzar también en la inclusión social.

Nuestro camino de integración en la región será respetando el camino que cada país escoge. No vamos a formar parte de ningún eje. Tampoco vamos a estigmatizar experiencias nacionales que surgen de voluntades nacionales que tienen sus características propias.

Por eso, estamos buscando una especie de común denominador a partir del principio de la diversidad en la región. Por lo tanto, del pluralismo en las expresiones políticas que cada uno tiene. Estamos comprometidos fuertemente a avanzar en temas muy concretos y específicos para superar la tendencia a la retórica que a veces ha dominado los debates sobre la integración en América Latina. Estamos apostando por la integración física.

En el tema energético, queremos ver avances y no sólo discursos en la integración en ese plano porque es una necesidad de la región. Tenemos un cuadro en América del Sur de países deficitarios en materia de energía y de otros con abundancia en materia de recursos energéticos. Sin embargo, no hemos sido capaces hasta ahora de ponernos de acuerdo y crear un solo mercado, que permita que los países superavitarios puedan materializar los beneficios de vender a buenos precios a sus recursos energéticos a los países deficitarios.

Apostamos a que si caminamos gradualmente, paso a paso sin maximalismos, nuestra América Latina encontrará un rumbo adecuado. Y será finalmente un continente que sea capaz de tener una sola voz en el mundo.

Hoy observamos cómo aún estamos en deuda con nuestros pueblos. En el ranking de competitividad internacional que hizo por regiones el Foro Económico Mundial América Latina está no está todavía bien calificada. Estamos en el penúltimo en el mundo. Pero América Latina ha avanzado en estos años. No lo ha hecho de forma simétrica como quisiéramos pero ha avanzado notablemente en los últimos años. Es verdad que algunos países han crecido más que otros. Y dentro de cada país también hay algunos sectores que han obtenido más beneficios que otros.

Pero la tarea consiste en que nuestra región sea capaz de compartir una mirada positiva respecto al futuro. Comprender que hay un camino posible. Un camino con menos desigualdades y más crecimiento económico y generación de empleos para la nueva generación.

Modestamente, en el caso de Chile podemos decir que en los últimos 16 años hemos tenido un avance significativo y por eso somos un país que tiene un optimismo fundamental respecto del futuro. Y por eso enfatizamos que hemos avanzado mucho, pero sólo estamos a mitad de camino hacia el desarrollo. Recientemente hemos tenido la oportunidad de visitar países como Australia y Nueva Zelanda. Son países que en un plazo de 20 años han pasado de crisis económicas severas a ser ejemplos de naciones democráticas desarrolladas, integradas al mundo y ejemplarmente innovadoras en el plano tecnológico y en sus políticas de protección social. Lo mismo puede decirse de los países escandinavos, de España y Portugal, y otras naciones en el mundo.

Entendemos que América Latina podría seguir ese camino y lograr resultados similares, en cuanto a desarrollo económico social y estabilidad de sus democracias. También sabemos que si a América Latina le va bien, a Chile le va bien. Si a nuestros vecinos les va bien, a nosotros también.

Chile ha comenzado una nueva etapa con los países vecinos. Como les decía anteriormente, con países como Perú firmamos un TLC y nuestros comités empresariales están trabajando mano a mano. Tenemos en marcha una Comisión Interministerial de Integración Social, donde participan cinco ministro de cada lado y donde estamos intercambiando experiencias y haciendo planes comunes de integración de nuestros pueblos y de nuestra gente en los beneficio del desarrollo. Estamos respaldando a Perú para ingresar al P4 que componen Singapur, Nueva Zelandia y Brunei.

Con Bolivia recién este viernes pasado, mientras nos encontrábamos en Cochabamba, ha entrado en vigencia la Profundización del ACE 22. Esto implica que cerca de 6.600 productos de Bolivia entrarán con arancel cero con Chile, reconociendo la necesidad de reestablecer un principio de equilibrio y superando el problema de asimetrías en la relación económica. Y recién hemos estado con el Presidente Morales y el Canciller Choquehuanca, en Cochabamba, avanzando además en la agenda amplia de 13 puntos que ambos gobiernos hemos acordado.

Con Argentina, con quienes también estuvimos la semana pasada en Buenos Aires, tenemos más de 30 comités de integración en marcha. Nuestras regiones y provincias están trabajando juntas, con evidentes beneficios para ambos países. También en Buenos Aires dimos una señal inédita en nuestra región. Dos países que no solo han tenido diferencias sino que en algún momento estuvimos al borde de un conflicto bélico, hemos sido capaces de crear una Fuerza de Paz Binacional Combinada, con un Estado Mayor Conjunto, con una doctrina militar compartida para operar en Misiones de Paz de Naciones Unidas. El lunes pasado, en presencia de altos oficiales de las Fuerzas Armadas de los dos países, firmamos el convenio respectivo que va a permitir avanzar este año en conversación con Naciones Unidas para que a más tardar en 2008 esta fuerza combinada pueda actuar en aquellas circunstancias en que la defensa de la paz lo requiera.

Este hecho histórico en América Latina da prueba de cuánto estamos dispuestos en Chile a superar visiones del pasado. Brasil, es un socio con el que trabajamos no sólo en los temas bilaterales. Brasil ha dado muestras de un fuerte liderazgo a nivel mundial que estamos dispuestos a apoyar.

Brasil ha sido impulsor, por ejemplo, de la reanudación de la Ronda de Doha, de la Organización Mundial de Comercio. Comprendemos que es necesario construir un comercio mundial más justo. Brasil con su peso e importancia ha levantado la voz por América Latina.

Nuestros vecinos han podido ver la disposición de Chile para crecer juntos. Nuestro país ha puesto en vigencia TLCs que representan un universo de más de 3 mil 500 millones de personas o consumidores para un país que solo tiene una población de 16 millones de personas. También hemos señalado, en nuestra reciente visita a Vietnam, que queremos ser una puerta de entrada al Asia para otros países de la región. En Vietnam, el Primer Ministro de Japón y la Presidenta Bachelet han firmado un compromiso por escrito mostrando la terminación de las conversaciones para un TLC con Japón. Y quien habla ha sido invitado por el Ministro de Relaciones Exteriores de Japón para firmar formalmente ese Acuerdo de Libre Comercio no más allá del mes de marzo. Están vigentes ya los TLCs con Corea, China, Singapur, y un acuerdo económico parcial con India. En Oceanía, está vigente el Acuerdo de Libre Comercio con Nueva Zelandia y recién hemos hecho una revisión de los avances entre la Presidenta Bachelet y la Primera Ministra Helen Clark, en la estupenda visita bilateral que tuvimos en ese país.

El viernes hemos recibido la confirmación de Australia que pronto iniciaremos negociación para un TLC entre Chile y Australia, después de la aprobación del gabinete australiano, en pleno, que sesionó en Canberra para llevar adelante esta negociación entre Australia y Chile.

Sabemos que los gigantescos desafíos que nos plantea esta expansión enorme de los mercados que enfrenta una economía como la de Chile, no lo vamos a poder enfrentar aisladamente. Chile quiere trabajar juntos en el marco latinoamericano y en la proyección de nuestra región hacia el resto del mundo, particularmente hacia los gigantescos mercados del Asia Pacífico.

Por otra parte, si América Latina logra pasar de la retórica a la acción en sus procesos de integración, tendrá una sola voz en el contexto internacional. Así será más escuchada en los organismos multilaterales. Tendrá una voz más fuerte que contribuya a promover la paz y la solución pacífica de conflictos y controversias.

En lo que respecta a Chile, hemos comprendido que la globalización es un camino sin retorno, lleno de oportunidades y desafíos. Chile quiere ser un buen ciudadano del mundo, ejerciendo y exigiendo respeto a su identidad. Pero también asumiendo todas las responsabilidades que correspondan, para contribuir a la paz, a un comercio internacional con menos asimetría entre países desarrollados y subdesarrollados. Y a reglas de convivencia internacional en que se respete principios como la no intervención en asuntos de otros países, el multilateralismo y el pleno respeto a los Derechos Humanos. Lección que hemos aprendido dolorosamente en el pasado no tan distante en nuestro país, cuando estos derechos fueron sistemáticamente violados para muchos de nuestros compatriotas.

Es por ello que en el marco de Naciones Unidas, participamos activamente en la creación de una Comisión para la Consolidación de la Paz, y en la Creación del Consejo de Derechos Humanos.

Chile tiene además un alto grado de cooperación con los países desarrollados del Norte. Con Canadá y Estados Unidos. Con los países europeos, tenemos un diálogo político y un intercambio económico notable con la Unión Europea. El Acuerdo de Asociación y Cooperación con la U.E. está plenamente vigente y muy exitoso. Esto muestra las coincidencias no sólo económicas, sino en cuanto a compartir una visión del mundo con esas naciones desarrolladas.

La buena marcha de TLC s hace que vamos a celebrar los diez años del TLC con Canadá a partir del mes de enero, con un programa muy intenso de intercambio a lo largo del año, tanto en Ottawa como en Santiago, con intercambios a nivel ministerial, cultural, educativo. Estamos satisfechos con los resultados de éste que fue uno de los primeros acuerdos comerciales que Chile firmó.

Lo mismo podemos decir respecto de la relación con Estados Unidos. Hemos tenido un contacto frecuente con las autoridades americanas, y con ese país tenemos relaciones muy buenas que esperamos se sigan profundizando a futuro.

Algo similar está ocurriendo con otros países de la parte norte de la región. Con México vamos a tener muy pronto promulgado el Acuerdo de Asociación Estratégica. Y en el mes de marzo esperamos estar presentes con la Presidenta Bachelet en Centroamérica, en un intercambio con los Presidentes de Centroamérica para elaborar un programa de cooperación técnica en variados planos que será muy útil para ellos y nosotros. Y lo mismo podemos decir respecto a los países del Caribe. Estamos trabajando con la OEA en un plan de colaboración horizontal, sur-sur, con los países del caribe y entre ellos y Chile.

Nuestra mirada del mundo también la compartimos con nuestros socios del Pacífico. En esta última reunión de APEC en Vietnam, pudimos constatar el acercamiento no solo en el plano económico sino también en nuestra visión del multilateralismo, de la forma de resolver los conflictos en el mundo, etc. Pudimos notar nuestras coincidencias con países claves en esa región del mundo, con China, India, Corea y Japón, donde el estrechamiento de relaciones no sólo es a nivel económico sino político. Y esto ocurre casi sin excepción con los otros países del Asia.

Chile asume, por otra parte, que la globalización requiere de la búsqueda de estrategias integradas tanto a nivel de empresas, como de países y de regiones del mundo.

Apostamos además por una globalización para todos, cuyos beneficios lleguen a los más pobres y a los marginados.

Estas son apuestas en grande. Y de la que ustedes, de quienes hoy día se gradúan de la Academia Diplomática de Chile.

De lo que estamos hablando es de una apuesta arriesgada pero atractiva. Estamos hablando de países medianos y pequeños que se atreven a pararse en sus propios pies, y que se atreven a decir que vamos a ser capaces de generar para nosotros un buen espacio en el mundo, donde vamos a recibir el respeto y la consideración que nos corresponde. Donde vamos a compartir con otros países similares, la forma de actuar en la comunidad internacional. Este desafío necesita que Chile, así como Sudamérica tengan personas en cargos de dirección que estén comprometidas, que crean en este proyecto y que crean que los avances son posibles.

Desde aquí les doy un saludo de bienvenida y acogida al servicio público. Los animo a ser optimistas, a nunca desalentarse si las cosas no salen como esperan. Los diplomáticos, como todas las personas, tenemos puntos altos de nuestra carrera, en que nos sentimos llenos de bríos, energías, haciendo una enorme contribución. Pero hay otros momentos, tal vez un poco más rutinarios, en que las cosas no salen como uno lo espera. A veces hay discontinuidades entre destinaciones, estadías en el país y nuevas destinaciones. A veces hay momentos complejos para nuestras familias y nuestros hijos, pero en el fondo lo que hay en esta carrera es el orgullo tremendo servir a su país. Poder preguntarse a sí mismos, como alguna vez lo dijo el ex presidente de Estados Unidos, John Kennedy, no tanto lo que el país puede hacer por mi sino qué es lo que yo puedo hacer por mi país.

Y en un mundo globalizado, una de las tareas más significativas donde se puede hacer una contribución en un proyecto de nación, es en la tarea diplomática.

Por eso, los invito a desarrollar su tarea con un profundo sentido de servicio. Con generosidad y con sentido de equipo. La lealtad con su país, con sus colegas con los que tendrán que compartir de otros países del mundo, y sobretodo con ustedes mismos, traerá beneficios insospechados, no solo para ustedes, para su país hoy día, sino para las nuevas generaciones que verán como se ensancha el camino de oportunidades, de posibilidades. De desarrollar las vocaciones más plenamente, dando un abrazo simbólico a quienes en otras partes del mundo buscan los mismos objetivos y persiguen las mismas oportunidades.

Por eso muchas gracias a ustedes y les deseo, con mayúscula, el mayor de los éxitos en su carrera profesional.

Gracias.