Estimado Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, estimadas autoridades venezolanas y chilenas:
Yo quisiera partir agradeciendo de todo corazón el honor que la República Bolivariana de Venezuela me hace al imponerme el Collar Gran Orden del Libertador.
En mi calidad de Presidenta de Chile lo agradezco como un homenaje a mi patria y a mi pueblo, y como mujer de nuestro tiempo y de nuestra América me emociona recibir esta distinción que invoca el nombre y la imagen del Libertador Simón Bolívar, el gran caraqueño americano que abrió otro tiempo la historia, como lo hemos cantado con Inti Illimani.
En efecto, Bolívar y San Martín, Sucre y O'Higgins fueron capaces de inaugurar un nuevo tiempo en la historia de América del Sur, el tiempo de la emancipación y de la modernidad, de la trasgresión del ensimimamiento colonial, el tiempo de la apertura al mundo, junto a la afirmación de nuestras propias identidades.
Los libertadores abrieron el camino para la formación de Repúblicas y pueblos soberanos, diversos, pero unidos en la historia que compartimos.
Nuestra independencia fue el producto de un gigantesco esfuerzo integrado de cooperación sudamericana.
De Caracas a Santiago, de Bogotá a Buenos Aires, del Caribe a Chiloé, atravesando Los Andes por el Páramo de Pisba, por Uspallata y Los Patos, en Chacabuco y Maipú, en Carabobo y Pichincha, en Junin y en Ayacucho, se jugó la libertad de cada uno de nuestros pueblos.
Desde entonces la fortaleza de nuestras soberanías ha ido y sigue yendo de la mano de la cooperación y la integración entre nuestras naciones.
Qué feliz coincidencia recibir este collar de la Gran Orden del Libertador en la víspera del aniversario de aquel 19 de abril de 1810, cuando inspirados por el precursor de la libertad de nuestra América, Francisco de Miranda, los caraqueños dieron este primer grito de emancipación y depusieron los representantes del orden colonial y crearon el primer órgano de autogobierno de Venezuela.
Así, entonces, asumo el compromiso de portar este collar como un símbolo inequívoco de la reafirmación de los estrechos vínculos que nos llevan de la mano hacia el próximo Bicentenario de nuestras Repúblicas. Esta ocasión deberá encontrarnos más próximos a los sueños de nuestros próceres, con nuestros pueblos viviendo y sintiendo la libertad, la prosperidad y el respeto de los derechos.
Esta es, señor Presidente, la hora de nuestra región, es la hora de responder la legítima demanda de nuestros pueblos y es hora de hacerlo trabajando juntos. Es la hora que nos anunciara el libertador Simón Bolívar en palabras de Pablo Neruda: "despierto cada 100 años, cuando despierta el pueblo".
La visita oficial que estamos pronto a finalizar en Venezuela, se enmarca en la política de mi gobierno de fuerte priorización y fortalecimiento de las relaciones con los países de América Latina. Y los vínculos de Venezuela y Chile son un ejemplo de esto, y son más que centenarios. Se remontan, ya lo recordaba, a nuestra gesta emancipadora. Libertadores como Bolívar, O'Higgins y San Martín, que siempre pusieron, por sobre las legítimas diversidades y diferencias, entendieron que había una tarea común y superior.
Pero no se quedan nuestros lazos en la historia. Más recientemente Venezuela fue una segunda patria de acogida, y continúa siéndolo, de hecho, para miles y miles de chilenas y chilenos que llegaron hasta este país a buscar un futuro mejor.
Me decía el encargado de negocios que hoy día hay aproximadamente 45 mil chilenos en Venezuela, que han venido en distintos momentos de la historia, pero buscando aquí encontrar un futuro mejor y aportar a esta patria.
Y Chile estará eternamente agradecido, señor Presidente, por la solidaridad con que su país recibió a mis compatriotas en los momentos difíciles.
Y en la actualidad, nuestras relaciones bilaterales continúan siendo muy importantes.
Por eso que con el Presidente Chávez hemos revisado todos los puntos de nuestra relación bilateral, sin excepción de ningún tipo. Como es de suponer, hemos privilegiado aquellos asuntos que hacen relación con los programas que se están implementando en ambos países, y me refiero a los esfuerzos que estamos llevando ambos países para luchar contra la pobreza, así para como lograr una mayor igualdad de oportunidades para nuestros ciudadanos. Y hemos acordado dar un renovado impulso al intercambio de todos aquellos programas para combatir la pobreza.
También hemos abordado de manera muy franca el devenir político y económico de nuestra región, y las legítimas y diversas miradas y énfasis que nuestros países tienen al respecto.
En el caso de Chile, he informado al Presidente Chávez las opciones que Chile ha ido adoptando democráticamente en su estrategia de desarrollo, cuyos elementos centrales son crecimiento, equidad e inserción al mundo.
Y el balance de estos 17 años de democracia son positivos. Desde el retorno de la democracia hemos puesto un acento creciente en las políticas públicas orientadas a disminuir la pobreza y la redujimos de casi un 40% el año 90, al 18,8 el 2003, y continuamos reduciéndola.
Esto nos ha permitido, por ejemplo, que en este momento Chile ya haya alcanzado los objetivos del milenio que acordamos en Naciones Unidas.
Y en este gobierno lo que estamos haciendo es profundizar el crecimiento con equidad, porque no podemos ni queremos crecer sin incluir, ni podemos incluir sin crecer.
Por eso mi gobierno ha iniciado la construcción de un sistema de protección social que garantice el derecho de todos los ciudadanos y, por supuesto, especialmente los más pobres, al cuidado preescolar, a una educación de calidad, a la salud, a un empleo decente, a una ciudad amable, a pensiones dignas, por mencionar algunos aspectos.
Chile es hoy una democracia consolidada, tenemos poderes del Estado soberana y libremente elegidos por nuestros ciudadanos, mediante elecciones libres y muy competitivas.
En el pasado ocurrió un proceso de polarización y de división que nos condujo, y ustedes conocen muy bien la experiencia chilena, a la crisis más profunda de nuestra historia.
Pero hemos aprendido de la historia y la hemos superado. Aprendimos que para no repetirlas debíamos ser capaces de alcanzar grandes acuerdos nacionales básicos. Y cuando eso no es posible, aprendimos que muchas veces tenemos que aprender cómo resolvemos nuestras diferencias, y que obviamente lo que había pasado en nuestro país, el uso de la fuerza en contra de nuestra gente, no tenía justificación ética ni moral y, por lo tanto, esa no era la manera de resolver las diferencias políticas en una sociedad.
Y eso lo entendieron y asumieron, también, no sólo toda la sociedad chilena, también nuestras Fuerzas Armadas, que han vuelto a ser instituciones de todos los chilenos, respetadas y queridas, y no de uno u otro sector.
Durante los años tristes, terribles y duros en que Chile vivió sometido a una dictadura, los chilenos aprendimos el valor de la solidaridad internacional, y es imposible minimizar la importancia que tuvo el apoyo de todos los demócratas del mundo, incluidos, naturalmente, los venezolanos. Cientos, quizás miles de vidas fueron salvadas porque hubo hombres y mujeres en América y todo el mundo que los defendieron, que defendieron los derechos humanos de chilenas y chilenos.
Y por eso que una vez recuperada la democracia, Chile incorporó con mucha fuerza la promoción de los derechos humanos como un eje central de su política exterior, y promovió y sigue promoviendo con fuerza el desarrollo de los instrumentos necesarios en el marco de la OEA y sistema multilateral para protegerlo.
Y por eso, señor Presidente, Chile promovió como secretario general de la OEA a un chileno que contó entonces con su valioso apoyo, del cual también estamos genuinamente agradecidos.
Chile es también, señor Presidente, una República libre y soberana. Y esto no es una cuestión de tamaño, que somos un país pequeño, sino de dignidad. Y es así como tenemos y queremos tener las mejores relaciones con la República Bolivariana de Venezuela.
Y también las tenemos con Cuba, o con Estados Unidos. Esto no nos impide tener diferencias, de hecho las hemos tenido en el pasado y seguramente las vamos a tener en el futuro, Chile se opuso, junto a México, a la invasión de Irak el año 2004, y creemos que los acontecimientos posteriores nos han dado la razón.
Al mismo tiempo, creemos que pese a la diversidad legítima, tenemos en nuestro continente un amplio espacio de cooperación en el gran espectro de desafíos comunes, y que el deber de nuestra política exterior es respetar esa diversidad, especialmente cuando estamos hablando de que hoy día en América Latina contamos con gobiernos electos democráticamente y, por tanto, tenemos desafíos comunes, podemos tener muchos puntos comunes y muchos temas en los cuales tener políticas similares.
Hemos también conversado con el Presidente Chávez que estas diferencias, esta diversidad, podemos trabajarla entre todos los países, en un clima de respeto y amistad entre los Estados, y creemos que esa es la manera que debemos seguir avanzando.
Nuestros pueblos desean la paz y la cooperación y esperan que sus gobiernos sean capaces de trabajar juntos por esos bienes universales. Nuestros pueblos esperan que seamos capaces de trabajar juntos para superar la pobreza y terminar con la exclusión que continúa marcando a nuestras sociedades latinoamericanas.
Como le señalé al Presidente en nuestra conversación, tenemos muchas visiones similares en muchos ámbitos que permiten establecer una muy buena base para continuar estrechando nuestra relación bilateral y, bueno, y ya ha dado gran fruto en una enorme cantidad de acuerdos y memorándum que nos van a permitir trabajar en líneas que vayan en pos de los anhelos de nuestros pueblos.
También hemos conversado sobre el compromiso que Chile tiene con la construcción de la Comunidad Sudamericana de Naciones, Unión de Naciones de Sudamérica, porque la entendemos como un proceso de integración muy fundamental para desafíos comunes.
Nuestra reunión también fue un momento muy oportuno para conversar sobre medidas concretas que podamos adoptar los países para superar la pobreza, la marginación social que caracteriza a nuestra región y le he reiterado que Chile tiene la voluntad y la capacidad para realizar un aporte concreto en esta materia, como la que mostráramos y formuláramos en la reunión de la Comunidad Sudamericana de Naciones a fines del año pasado, o principios de éste, en Cochabamba.
Durante nuestra reunión también conversamos sobre la importancia de la fluida relación empresarial que se da entre nuestros países. Nos comprometimos a perseverar en el perfeccionamiento de aquellos mecanismos que facilitan esta situación, y creemos que, y quería contarles, que con apoyo del gobierno, los inversionistas chilenos han estado apostando a la región, en la cual han invertido cerca de 40 mil millones de dólares, y en Venezuela 600 millones de dólares.
Entonces, tenemos un gran compromiso a seguir aumentando este importante intercambio comercial.
Como ustedes conocen, se suscribió este acuerdo entre la Empresa Nacional del Petróleo de Chile, ENAP, y Petróleos de Venezuela. Y el objetivo es permitir que ENAP realice trabajos de evaluación de reservas de petróleo en la faja del Orinoco. Y creemos que es muy importante esta línea de trabajo. Y va también en la dirección de lo que discutiéramos en la Cumbre de Energía, en cómo somos capaces todos los países de buscar dar seguridad energética, en el suministro energético y, a la vez, avanzar en eficiencia energética.
Venezuela nos ha pedido también modificar el convenio de Seguridad Social, junto con el acuerdo administrativo, y estamos convencidos y vamos a trabajar muy rápido, porque queremos así beneficiar a miles de chilenos y chilenas y también venezolanos que podrán comenzar a recibir sus pensiones en el más breve plazo posible.
A todo esto hemos venido, señor Presidente. Usted me ha extendido generosamente una invitación oficial que me ha honrado y aquí estamos mi gobierno y yo listos a ofrecerle la mano de Chile para fortalecer nuestra relación bilateral y para trabajar juntos en la construcción de una América Latina mejor.
Muchas gracias Presidente.