Estimado Ramón:
Te escribo en el día en que cumples 99 años. Has sido un testigo privilegiado –y protagonista- de la historia del país durante casi un siglo. Tus amigos admiramos el humor y la lucidez que siempre te han caracterizado.
Apreciamos también tu inteligencia y tu mesura. Ingresaste al cuerpo diplomático a los 18 años. Tuviste destinos de la importancia de la Misión Chilena ante la ONU en Ginebra, el Consulado General de La Paz y Argentina, donde Salvador Allende te nombró embajador aun cuando no eras militante de ningún partido político de la coalición gobernante. Y renunciaste al cuerpo diplomático en forma indeclinable el mismo 11 de septiembre, en un gesto de nobleza y valor que no olvidamos. Tuviste que seguir en el exilio. Fuiste amenazado de muerte. Viviste doce años en Venezuela, trabajando para el PNUD y para el Sistema Económico Latinoamericano. Volviste a Chile para avanzar en la recuperación de la democracia. Fuiste uno de los fundadores del PPD. Y luego, con más de ochenta años, volviste a la Cancillería, a dirigir la Academia Diplomática Andrés Bello.
En tu larga relación con el Ministerio de Relaciones Exteriores, hiciste muchos amigos. Lo más destacado es que siempre has sido capaz de relacionarte muy bien con gente de distintas edades. Así, tus amigos somos gente diversa y de generaciones diferentes; todos coincidimos en el aprecio y en el cariño por una persona íntegra, con dominio sobre muchos temas, leal con sus amigos y fiel a sus ideales, defensor de los derechos humanos; alguien que sirvió al país y que obtuvo reconocimiento en los organismos internacionales. Ahora, dueño de una vejez tranquila, acompañado por Panchita y por hijos y nietos, sigues siendo el amigo de siempre al que quiero saludar con afecto en tu cumpleaños.
HERALDO MUÑOZ VALENZUELA
