Grupo de Río (SPT 2010-2012)
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Discurso Chile
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INTERVENCION DE LA EX-PRESIDENTA DE LA REPUBLICA, MICHELLE BACHELET, EN CEREMONIA DE TRASPASO DE LA PRESIDENCIA PRO TEMPORE DEL GRUPO DE RIO

 

Cancún, 23 de Febrero de 2010

 

Señoras y señores:

 

Quisiera, en primer lugar, agradecer las palabras y naturalmente el liderazgo del Presidente Calderón. Tal como señalé ayer, el liderazgo y aporte de México ha demostrado continuar siendo fundamental e indispensable para América Latina y el Caribe.

 

Y quiero muy particularmente, además, agradecer al Presidente Calderón y a su gobierno por un traspaso fluido y expedito, que permitirá que trabajemos arduamente también para lograr que esta comunidad de Estados caribeños y latinoamericanos pueda ser pronto una realidad.

 

En México hemos abierto un nuevo camino de trabajo conjunto, al decidir la constitución de esta comunidad, porque en los últimos años hemos podido sentir más necesario que nunca el llamado que nos hiciera Gabriela Mistral, esa poeta chilena Premio Nobel de Literatura, cuando señalaba "la colaboración entre todos para emprender reformas que traigan la hermosura de la justicia, una justicia social que alivia y reconforta".

 

Porque de eso se trata, finalmente, este tipo de cumbres, de ponernos de acuerdo entre los hermanos latinoamericanos y caribeños para trabajar por ese noble ideal de justicia. Y la colaboración entre nosotros es clave e indispensable para nuestro desarrollo.

 

De todo ello hemos hablado en esta Cumbre, dando uno de los pasos más importantes de los últimos años.

 

Aquí en México hemos decidido iniciar el proceso de constitución de una nueva instancia, concebida como un espacio regional propio que reúna a todos los Estados latinoamericanos y caribeños, en la senda del Grupo de Río y de la Cumbre de América Latina y el Caribe para la Integración y el Desarrollo.

 

Por eso, Presidente Calderón, nuevamente quiero agradecerle su compromiso durante estos dos años en la presidencia pro témpore.

 

Chile asumirá ahora esta nueva etapa, con la misión de consolidar a esta institución como un foro político fundamental de América Latina y el Caribe.

 

Y asumimos esta tarea en una coyuntura muy oportuna y necesaria, en que el desarrollo político internacional nos plantea enormes desafíos a nuestra región, y ante los cuales, como aquí hemos señalado, debemos actuar con una sola voz, con urgencia y a la vez con decisión.

 

Asistimos a un proceso de reordenamiento estructural del sistema internacional, así como a un cambio de paradigmas.

 

Después de que algunos creyeron que la globalización podía ser gobernada de manera unilateral y sin reglas, abandonada a la fuerza de los mercados, la crisis económica y la crisis del cambio climático, así como la energética y seguridad alimentaria, entre tantas otras, han obligado a la comunidad internacional a abandonar el paradigma del laissez faire, del dejar hacer.

 

"El mercado no tiene conciencia ni misericordia", nos decía Octavio Paz. Es un mecanismo eficaz, como no señalaba el escritor, pero en ningún caso puede pensarse como única norma ni promotor del bien común.

 

Por el contrario, la crisis financiera, el calentamiento global, la crisis energética, entre otros fenómenos globales, hacen que el mundo tome una mayor conciencia de que existe una agenda que debe ser enfrentada de forma multilateral. Y se ven ya los primeros esfuerzos para hacer frente a estos desafíos.

 

Hoy día se encuentra en proceso un desarrollo de cambio importante, pero el futuro de este proceso no está escrito.

 

Algunos quieren volver a hacer los mismos negocios de siempre. Y de nosotros depende hacer los cambios necesarios y rectificar el rumbo. Dependerá de la conducta de cada uno de nuestros países, y de nuestra capacidad de articularnos y concertarnos, para construir nuestro propio desarrollo e influir en la construcción de los acuerdos, de los bienes públicos globales que irán configurando la gobernabilidad del siglo XXI.

 

Es por eso que este esfuerzo de renovación y fortalecimiento de nuestra institucionalidad latinoamericana y caribeña no puede ser más oportuno y estratégico.

 

Porque nuestra región debe estar presente y tener una voz fuerte para construir un mundo y una globalización más justa, más humana y sustentable.

 

El Grupo de Río y la región se encuentran también ante el desafío de profundizar nuestra integración. Mucho hemos avanzado en la región, especialmente en los últimos años, pero a diferencia de los primeros proyectos de integración surgidos luego de la Segunda Guerra Mundial, a partir de los 80, la integración ha ido avanzando de manera paulatina, pero sostenida, y lo ha hecho desde la base hacia arriba.

 

Por eso, una de las lecciones que nos deja nuestra propia historia es que la integración sólo perdura y se desarrolla cuando nace desde los pueblos y logra encontrar una formulación que respete todas y cada una de las legítimas sensibilidades de los gobiernos y de nuestros pueblos.

 

La integración descansa, en definitiva, en nuestra capacidad de entender que siempre hemos sido, somos y seremos diversos, y que nuestra única posibilidad de construir juntos una región y un mundo mejor, es asumiendo y respetando esta diversidad e identificando, a partir de ella, los desafíos y objetivos comunes que en América Latina y el Caribe son muchos y muy evidentes.

 

Son muchos los acuerdos de integración, cooperación y libre comercio que se han construido bilateralmente y subregionalmente.

 

Y es esto, que a veces puede ser percibido como una dificultad, también podría ser asumido como una señal de que se han ido creando condiciones para continuar avanzando de manera gradual y flexible hacia una institucionalidad más ambiciosa, de carácter y alcance latinoamericano y también caribeño, de alcance regional, que trabaje con nitidez en una perspectiva de convergencia a los procesos subregionales.

 

Trabajemos juntos para sacar adelante nuestra región. No tenemos que inventar todo de nuevo para avanzar en esta tarea con rapidez. Fortalezcamos nuestras democracias; protejamos a nuestra gente; seamos más inclusivos; mejoremos nuestra productividad; estrechemos nuestro comercio; construyamos los caminos y las redes necesarias para no vivir de espaldas entre nosotros; insertémonos con fuerza en la globalización para moldearla; y, sobre todo, construyamos, de una vez por todas, sociedades donde las oportunidades sean iguales para todos y donde los ciudadanos sientan que la democracia es una experiencia que vale la pena vivir.

 

Amigas y amigos:

 

Chile es miembro del Grupo del Río desde octubre de 1990. El compromiso con la democracia y el Estado de derecho, la paz, la inclusión y el diálogo que nos motivaron a unirnos a este mecanismo, está hoy más vigente que nunca.

 

Son estos mismos principios los que llevaron a mi gobierno a solicitar en la Cumbre de Santo Domingo, bajo la conducción del Presidente Leonel Fernández el año 2008, hacerse cargo por tercera vez de la coordinación del Grupo de Río, y nos honra profundamente el que ustedes hayan confiado en nosotros esta responsabilidad.

 

Como Secretaría Pro Témpore, Chile se compromete a trabajar intensamente en las tareas mandatadas por la declaración de la Cumbre de la Unidad de la América Latina y el Caribe.

 

Trabajaremos por erigir una voz unida en la región.

 

Trabajaremos por afianzar los lazos de amistad y solidaridad entre nuestros pueblos, fortaleciendo esta instancia regional como un mecanismo incluyente y representativo.

 

Trabajaremos por la plena incorporación de todos los Estados que hoy día aquí estamos convocados, de modo que nuestros países puedan articularse como un todo frente a los desafíos mundiales.

 

Y trabajaremos, ciertamente, por enfrentar la difícil situación por la que pasa uno de nuestros miembros, la hermana República de Haití, como lo hemos discutido ayer, tanto para apoyar las necesidades actuales, pero entendiendo también que esta tragedia debe y puede constituirse, como lo ha señalado el mismo Presidente Préval, en una oportunidad para que la reconstrucción de Haití permita avanzar de manera sostenida hacia el desarrollo y oportunidades que todos los hijos e hijas de Haití se merecen.

 

Estimados y estimadas Jefes de Estado y de gobierno de América Latina y el Caribe:

 

En esta última intervención ante ustedes como Presidenta de la República de Chile, quiero decirles que ha sido un honor y un privilegio poder representar ante ustedes a mi país y a la vez trabajar con todos ustedes por los sueños y esperanzas que tenemos en común.

 

Como latinoamericana comprometida con la libertad, la igualdad y la justicia, me despido de ustedes manifestándoles mi más profunda convicción sobre la importancia de la unidad y la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe, y mi confianza infinita en la sabiduría de nuestros pueblos para ir forjando su propio destino e ir abriendo así aquellas anchas alamedas de dignidad de las que nos hablara Salvador Allende.

 

Tal como lo hemos hecho desde nuestra gesta de independencia, que fue la primera gesta de concertación política continental, cuenten ustedes con Chile, hoy y mañana, para trabajar por nuestro continente y por nuestra comunidad de Estados latinoamericanos y caribeños.

 

Y sepan que contarán siempre con ésta hoy Presidenta de Chile, pero siempre una mujer chilena.

Muchas gracias.

 

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